
El dilema real creo que va un poquito más allá y se queda un poquito más acá.
Superman no creo que exista, razón por la cual pienso que todos somos más o menos iguales en esencia. Así como en una oportunidad defendí la necesidad inherente a nuestra condición humana de tener un secreto y la conveniencia de preparase para fallar, ahora quiero invitarles a considerar la urgencia de la fé; de tener una explicación, algo responsable de aquello que no entendemos ni controlamos; que excede a nuestra lógica. Cuando pensamos, repensamos y sobrepensamos las cosas terminamos, robándome la idea de Jean Baudrillard, en una suerte de estado post-orgía que nos deja desnudos con muchas certezas construidas que suelen no llevarnos a lugar alguno. Deseando, puede que sin saberlo, tener alguna potencial mentira en el horizonte.
Vivir sin poder “echarle la culpa a otro” (paranoia útil), ni tener a quien pedirle lo que pensamos imposible (milagros) nos hace el camino un pelo más duro y mucho más solitario.
No obstante este reconocimiento, el hábito es tan fuerte... la costumbre es tan dueña de mí... que me entrego a justificar la existencia de mi duda; me consagro a la paradójica tarea de encontrar con certeza una incertidumbre que me ofrezca un cobijo de origen cuasi-absurdo.
Como cereza del pastel debemos reconocer que más querer ser algo lo que podemos hacer es aspirar a llegar a ser ese algo!
Ser ó no ser... termina siendo un dilema entre querer ser ó no querer ser... o sería más ajustado decir: Querer pretender ser ó no querer pretender ser; he allí el dilema.
«El simulacro no es lo que oculta la verdad.Es la verdad la que oculta que no hay verdad.El simulacro es lo verdadero»—Jean Baudrillard
Superman no creo que exista, razón por la cual pienso que todos somos más o menos iguales en esencia. Así como en una oportunidad defendí la necesidad inherente a nuestra condición humana de tener un secreto y la conveniencia de preparase para fallar, ahora quiero invitarles a considerar la urgencia de la fé; de tener una explicación, algo responsable de aquello que no entendemos ni controlamos; que excede a nuestra lógica. Cuando pensamos, repensamos y sobrepensamos las cosas terminamos, robándome la idea de Jean Baudrillard, en una suerte de estado post-orgía que nos deja desnudos con muchas certezas construidas que suelen no llevarnos a lugar alguno. Deseando, puede que sin saberlo, tener alguna potencial mentira en el horizonte.
Vivir sin poder “echarle la culpa a otro” (paranoia útil), ni tener a quien pedirle lo que pensamos imposible (milagros) nos hace el camino un pelo más duro y mucho más solitario.
No obstante este reconocimiento, el hábito es tan fuerte... la costumbre es tan dueña de mí... que me entrego a justificar la existencia de mi duda; me consagro a la paradójica tarea de encontrar con certeza una incertidumbre que me ofrezca un cobijo de origen cuasi-absurdo.
Como cereza del pastel debemos reconocer que más querer ser algo lo que podemos hacer es aspirar a llegar a ser ese algo!
Ser ó no ser... termina siendo un dilema entre querer ser ó no querer ser... o sería más ajustado decir: Querer pretender ser ó no querer pretender ser; he allí el dilema.
«El simulacro no es lo que oculta la verdad.Es la verdad la que oculta que no hay verdad.El simulacro es lo verdadero»—Jean Baudrillard