
Pero más allá de la mera interpretación del resultado, el deleite de la forma es lo que motiva estas líneas.
Presionado por un resultado que compensara aquel doloroso 1 – 1 de la ida en la Bombonera, el equipo se encontró con un batallón de defensas que sabían que el resultado obtenido en Baires les bastaba.
La genialidad y el compromiso de Juan Román marcaron la diferencia; un Riquelme a menos del 50% de sus capacidades supo resolver un balón esquivo para sacar el trayazo que abrió las puertas de la solución. Magistral concreción de Placios a una bajada de cabeza de Palermo terminaron de motivar la desolación en las gradas del escenario guaraní y el júbilo en los corazones de los Bosteros.
Reimos hoy... y esperamos celebrar aún más mañana!Fieles a los mañanas que siempre nos depara el equipo!
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