
En segundo término debo reconocer que nunca me ha interesado mucho eso de llegar a ser buen vendedor; algo de orgullo y falta de necesidad real han operado para hacerme así. Esto, obviamente, juega mucho en mi contra porque tarde y temprano en eso de convencer a los demás de nuestras ideas bien valdría una aplicación de técnicas de ventas.
Ahora... así como me maravillo en la capacidad los artistas para crear belleza desde la belleza, no dejo de quitarme el sombrero ante los responsables de esas imágenes que mueven al mundo del consumo.
Entiendo, tampoco soy tan limitado, que la contraposición y lo impresionante del mensaje juega en favor del éxito del mismo... a ello recurro en mis clases, pero sin la más mínima esperanza de cosechar las devociones que en el mundo del mercadeo son rutina.
Claro está que no puedo apelar descaradamete a los fetiches y obsesiones más generalizadas... como evidencio en la imagen; pero aún así no me excuso.
Vender bien es un arte... y hoy valga la oportunidad para descubrirme ante aquellos que marcan nuestra psique y nos convierten en nuevas versiones del perro de Pavlov.
(A pesar de gustar de cosas "raras"... Conmigo siempre la tienen facilita!)
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