Thursday, May 10, 2007

Porque el silencio puede morir

Esta película, con su sabor de “ajeno a hollywood” más allá de significarme un disfrute innegable, me abre un espacio para una reflexión bien particular... lo válido de las escenas costumbristas.
Somos una generación, acaso entre las últimas, que todavía puede identificarse con la imagen de una calle de tierra, de una plaza pequeña... de un grupo de gente aferrada a una isla pseudo-urbana del pasado. Somos de los pre-globalización; podemos entender la diferencia entre “un pueblo de antes” y una ciudad de ahora por haber vivido, aunque sea por instantes en ambos.
No digo de haber estado (sin calificar de disfrute o sufrimiento) en la Zaragozas de Sanare... no voy tan lejos; sino de saber que esa estampa del pueblo tranquilo no es un recuerdo románticamente matizado de los viejos.Me dejó la película, de allí estas líneas, una imprecisa tristeza por aquellos que nos seguirán y no dispondrán de referencias propias para entender como una historia como la de la “Radio Nobleza” bien pudieron ocurrir en cualquier parte.

1 comment:

Anonymous said...

Hace unos días leía un texto de Eugenio Trías en el que planteaba la civilización actual (globalizada) como un "experimento general de desarraigo". Gracias por el dato