La idea de que un buen alumno debe superar al maestro siempre me pareció romántica... los años me han llevado a pensar que sólo podría suceder si las vivencias del discípulo comienzan a ocurrir lejos de su mentor.La diferencia real entre la forma como se conduce y resuelve el maestro está necesariamente condicionada (y favorecida) por su mayor experiencia y perspectiva refinada.
Nada enseña más que enseñar, quienes por re o por fa hemos tenido el privilegio de tratar de ilustrar a otros bien, lo sabemos; de allí que el maestro necesariamente ha repasado la lección desde más de un ángulo.
En todas las áreas de la vida, el haber disfrutado de más de un punto de vista enriquece y si la vivencia ha estado acompañada de una intencionada atención... pués... el aprendizaje no termina!
Y esa es realmente la virtud del maestro, que cada día continúa enriqueciendo sus recursos, refinando sus técnicas y descubriendo más y más detallitos que hacen de la diferencia con el cachorro algo casi insalvable.
El casi, insisto y mantengo la idea inicial, porque tampoco puedo ver negada la posibilidad que el discípulo tenga la fortuna de probar, en diferentes caminos, situaciones que le doten de herramientas, conocimientos y habilidades (como se dicen en las curricula ahora) que lleguen a abrirle un área muy específica en donde supere (o por lo menos iguale... ó le haga digno competidor) al maestro.
