Sunday, October 16, 2005

“¡Por eso creo en las telenovelas!”

La sentencia es robada... o prestada más bien de un hermano putativo; porque de alguna forma la inquietud de hoy gira sobre la validez de los arquetipos. La realidad supera, tarde o temprano, a la ficción... pero solamente, es mi parecer, porque nosotros mismos somos el origen de todo lo imaginado. No es una posición humanista la que me ocupa hoy, ya lo revisaré en otra oportunidad, sino la necesidad de reconocer en lo más profundo de nuestra esencia a las figuras clásicas. Somos Quijotes, “Supermanes”, “Batmanes”, Dráculas, Hombres Lobo, Mounstruos de Frankenstein, Criaturas de la Laguna Negra y Fantasmas de la Ópera... por sólo ubicar ejemplos!
De los tres primeros de la lista, los “Buenos” ó Románticos no me ocuparé... que el ego de cada quien haga su parte. Me quedo con el espejo hacia los “Malos” ó Atormentados.
Todos somos Dráculas... cuando sabemos que es la esencia vital de otros lo que puede renovarnos y conservarnos bien... cuando usamos, de forma sutil o grosera, nuestra experiencia como clave de dominación de aquellos más inexpertos, en el estricto sentido de la palabra. Cuando llevamos nuestra tierra con nosotros y entendemos que la belleza debe ser parte de nuestra vida eterna.
Albergamos un lado primitivo que aflora con algunas lunas llenas... o con algunos momentos de incertidumbre, de oscuridad de nuestra alma. Un lado animal que puede dotarnos de las garras que no tenemos y que hace iguales a aquellos a quienes al no devorarlos por completo les logramos despertar a esa realidad alterna... más apasionada y primitiva.
Somos la suma de partes de hombres ya muertos... o tan distantes a nuestra vida física que sólo el sueño de amor de nuestros padres, al más puro estilo Frankenstein, logran reunir. Día a día hacemos de nuestro camino una combinación de los de ellos por sus ideas, valores... y objetos. Con esas “partes robadas” buscamos en un mundo extraño nuestro lugar... y de tanto en tanto conocemos algún ciego que no nos teme y terminamos, triste es reconocerlo, asesinando inocentemente alguna esencia pura en nuestra exploración bien intencionada.
Llegamos a sentirnos tan ajenos al mundo como si la mítica laguna negra se hubiera secado a nuestras espaldas. Nos cuesta reconocernos en otros por momentos... aunque lo sabemos posible... y enfrentamos miradas de terror de una mayoría que corre despavorida o que trata de dañarnos, simplemente por defenderse de ese ser extraño que se acerca.
Cubrimos nuestro rostro con medias máscaras porque estamos seguros que asustaremos a los “normales”... confiamos en la oscuridad para ocultar aquello que nos hace diferentes y horripilantes. Reservamos nuestros gustos a la privacidad y nos contentamos, frecuentemente, con amar de lejos a aquello que pensamos fuera de nuestro alcance.

1 comment:

Anonymous said...

Muy buen post. Tal vez esto estén en conexión con lo memes, unidades de información transmitidas de un ser a otro o de una generación a otra. Quizás te interese este post: El meme egoísta. He soñado en ocasiones que soy Kalimán :-S ja, ja, ja. Un abrazo