Tuesday, January 10, 2006

Camino - Do

La mayor fortuna que pudo ocurrirme, después de nacer en las familias que nací y de hacerme de los hermanos que me he hecho, fue el vivir las artes marciales. De la mano de verdaderos maestros que forjaron no sólo mi exterior y reflejos sino también mi caracter e identidad, los mejores años de mi perdida juventud quedaron marcados por la disciplina, el respeto y la obediencia.
El vivir un arte demanda entrega... fanatismo casi religioso, si bien lo miramos. Por fortuna mi espíritu era y es aún impresionable y de esos años atesoro aún algunos vocablos en japonés, mucha información histórica e invaluables recuerdos del Dojo. Nunca forjado como competidor, siempre como artista; gracias a los maestros que pude encontrar.
En esa naciente globalización de finales del siglo XX disfrutamos la oportunidad de tener contacto con tradiciones y principios tan válidos como constructivos; en un camino inagotable pudimos llevar nuestros pasos a senderos de búsqueda de paz y perfección.
Agradezco, publicamente hoy, a los maestros que se tomaron el trabajo de dejar en mí semillas que aún trato de cultivar.
Desde la seguridad que brinda una buena parada de Karate, pasando por los reflejos que nos deja el enfrentar un Garrote Tocuyano, entendiendo la ausencia total de maldad de la Lucha, habiendo temido las patadas de Tae Kwon Do y a los Jabs del Boxeo, luego de haber volado proyectado sobre un Tatami de Judo y de haber sido sorprendido por un simple y gentil movimiento de Aikido... hoy doy gracias; infinitas gracias por todo lo vivido en este camino siempre enriquecedor del arte.
El Go lo revisaremos otro día!

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