No necesariamente en el banquillo de un grande con tamaña responsabilidad sobre nuestros hombros; sino en el lugar de nuestro trabajo, haciendo el mejor de los esfuerzos para encontrarnos que un buen día no estan más interesados en nuestros servicios... habiendo sido despedidos.Hay gente que jamás fué despedida de sus trabajos... casi toda mi familia está en esa situación; pero los que hemos probado esa cuasi sorpresa no podemos dejar de pensar en que no importa cuan grande sea tu curriculum, cuanto éxito has cosechado, cuanto renombre hay detrás de tu figura... un despido es casi siempre una sorpresa, como una muerte, por más anunciada que sea siempre llega de golpe.
El mundo de hoy tiende a trivializar el ser despedido; recordamos a Donald Trump casi teniendo un orgasmo al eliminar a alguno de los competidores del programa... "You're Fired!"
Pero quienes en nuestra vida real.... sin cámaras ni ediciones para el impacto, hemos tenido que enfrentar el momento, terminamos aprendidendo de ello o deberíamos terminar haciéndolo!
He perdido trabajos por razones tan diversas que la cesantía del Virrey me resulta cercana; salvando distancias literalmente, me identifico con el hombre que puso todo lo mejor de sí... que noche tras noche debió irse a casa con miles de líos en su cabeza y consciente que espada de Damoclés que pendía de un hilo.
Me he recuperado de esos momentos de desconcierto y sé que Carlos Bianchi también lo hará. Sé que todos estamos en capacidad de hacerlo... pero en posibilidad de recordarlo sólo aquellos que hemos estado, para bien y para mal, allí.
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