Hoy hacen 10 años que terminó la fructífera estadía de Jacques Ives Costeau entre nosotros. No pretendo hacerme de las palabras ni las posiciones de hombres de mar ni de conservacionistas aguerridos; disto tanto de unos como de otros para intentar semejante grosería. Más no puedo dejar de reconocer que el enterarme de la fecha me ha llevado a estas líneas; movido por la admiración hacia alguien de quien sé muy poco, pero de quien no dudo que marcó la percepción de quienes pudimos ser un poco menos ignorantes e inconscientes de algunas realidades.
Costeau nos legó muchas cosas positivas, tanto tangibles (tecnología desarrollada por él) como intangibles (expresiones de amor e iluminación para todo el que pudo ser “tocado” por su mensaje).
Disfrutó en vida de una justa admiración y me permito creer que será reconocido por las generaciones por venir... Oportuno me resulta el destacar cómo esas ideas tan personales, esos amores tan absolutos y esas preocupaciones tan colectivas sí pueden derivar en frutos constructivos. Posible me parece el identificarlo como un héroe de nuestros días; acaso de los mejores... de los que realmente construyen para el bienestar futuro de todos.
Costeau nos legó muchas cosas positivas, tanto tangibles (tecnología desarrollada por él) como intangibles (expresiones de amor e iluminación para todo el que pudo ser “tocado” por su mensaje).
Disfrutó en vida de una justa admiración y me permito creer que será reconocido por las generaciones por venir... Oportuno me resulta el destacar cómo esas ideas tan personales, esos amores tan absolutos y esas preocupaciones tan colectivas sí pueden derivar en frutos constructivos. Posible me parece el identificarlo como un héroe de nuestros días; acaso de los mejores... de los que realmente construyen para el bienestar futuro de todos.
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