El reciente retorno de una buena amiga de Europa, me llevó a recordar la frase que incia esta nota; dicha en su momento por mi tía Gladys, seguramente robada de una de las incontables aventuras literarias que precedieron su primera visita a la ciudad luz.Pero más allá de lo extrema que resulta la sentencia, derivé en consideraciones sobre el alcanzar las metas.
Todos llegamos a cumplir sueños... tan trascendentes u olvidables, tan importantes como irrelevantes, tan vitales como absurdos... según el cristal con que lo mire cada espectador.
Pero ciertamente, loados sean siempre los dioses por ello, nunca la cosa termina allí; sólo en las películas y los libros las cosas terminan realmente. Siempre hay un "después", nunca exclusivamente inmediato, que nos permite re-evaluar las metas y prepararnos para los deliciosos retornos.
Eventualmente moriremos, coincido contigo Gladys, pero lo haremos con la ganancia eterna de haber llegado... a los campos Elíseos, a pisar el Cesped del Camp Nou, a bañarnos en las posas de Cariaco, a terminar de bañar a nuestro perro... a sonreir un día en este mundo por algo que nos importa.
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