En sólo una fracción de vida puedo evaluar tantas opciones... revivir tantos momentos... soñar tantos absurdos... que justo es recordar las palabras exquisitas de mi abuelo:
"Qué frontera para la mente humana?"
Vivir implica funcionar en un colectivo... atender a normas y acuerdos, muchos de ellos tácitos; aceptar estándares de éxito y de moral... Para muchos pareciera una tarea sencilla, más para otros conduce a batallas eternas entre la visión personal y la loquera que encontramos en nuestros "semejantes".
Sin embargo... en esos momentos de soledad... frente a la ventana abierta, el espejo... en la ducha ó hasta cuando yacemos en nuestra cama mirando al techo, somos asaltados por esas ideas propias e inalienables; damos cabida a sueños y proyectos audaces que nutren nuestra alma y nos dan una seguridad efímera pero necesaria para continuar luchando y reinventando la rueda.
De esos instantes mágicos, aristocráticos dirían algunos amigos, surgen los acuerdos con mis musas y dioses... ó los desvelos que me hacen parecer una pereza zombie. En esas eternidades fugaces mi alma y corazón se funden para crear el calorcito que me mantiene feliz conmigo.
De cualquier forma... celebrada está por enésima vez la genialidad de Nicolás; porque al hacerme saber que no hay frontera válida... me obsequió la lucidez para aprovechar esa libertad.
1 comment:
Me sentí casi como el volverme loca de amor... No hay frontera para la vida y menos aún para crear nuestro propio rincón.. Una ventana que me tiene la sangra del familiar paisaje.. Oye... me gustó!
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