Tuesday, August 26, 2008

Anécdota

De zapatos viejos todos sabemos... porque en algún momento los hemos atesorado para luego no saber ni dónde carrizo terminaron.
Esos tesoros, con la particular sonrisa que sé causaré en mi familia, encierran una evidencia de esa necesidad básica de poseer cosas materiales que el tiempo debe irnos quitando.

De chamo me presentaron un acertijo que con orgullo estimo haber resuelto; Tía, mi tía, me decía que sólo poseía aquello que no podía perder en un naufragio...
Como tres años después pude ir a decirle que ya sabía qué era en verdad mío: el amor de quienes en verdad me querían.
Con pocas líneas, hoy no doy para mucho, quédome en esa idea.
Déjoles los de Vincent, que en verdad me gustaron!

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