Todas las culturas ancestrales de alguna forma veneron a los animales. El hombre, aun con su egocentrismo desmedido, nunca he dejado de admirar las características de las otras especies ni de atribuirles cualidades mágicas. Para los nativos americanos, de punta a punta, la idea de los animales de poder tenía un valor clave en la plena realización de los individuos y para los chamanes y líderes religiosos era indiscutiblemente el destino de cada hombre el ser uno con esa esencia pura interna.Particularmente admiro a casi todas las especies... a algunos con más simpatía que a otros, justo es acotarlo; pero no dejo de pensar que mucho de esa relación tan primitiva deriva de algo de envidia.
El hombre civilizado, bajo cualquier convenio social, termina siendo sólo un animal entrenado; un ente preparado para minimizar el conflicto con sus pares. Admiramos la sabiduría icónica del Buho, al fuerza arrolladora del Gorila, la virilidad exhibida del León, la libertad emblemática del Aguila... pero nos volvemos especialistas en áreas del conocimiento particularizado, controlamos nuestra propia fuerza bruta, buscamos disimular los estados de exitación, nos aferramos a caminos en buen estado que no maltraten nuestros pasos... escondemos los rasgos animales de nuestra vida! Pareciera que el rasgo más destacable de los humanos es el ocultarse... y no porque seamos pares de Zelig precisamente.
Me resulta escandaloso reconocer que el éxito de ser humano es no ser animal... es negarnos día tras día...
Será que ese místico ideal de plenitud chamánico tiene que ver con lo honestos que debemos llegar a ser para realizarnos plenamente?
Me invito a creer que mucho de ello debe haber.
No invito a un desenfreno desorganizado de instintos porque ni la especie más elemental creo que lo haga; pero sí a un rescate del valor de nuestra esencia real... la de otro animalito más sobre la faz de la tierra.
Sabemos que las circunstancias adecuadas nos sacan lo más aminal... en los extremos dejamos de ser socialmente correctos; cuando llegamos a terrenos no negociables usualmente somos auténticos... tratemos, es mi idea, de controlarlo mejor para dejarnos ser con más frecuencia!
El hombre civilizado, bajo cualquier convenio social, termina siendo sólo un animal entrenado; un ente preparado para minimizar el conflicto con sus pares. Admiramos la sabiduría icónica del Buho, al fuerza arrolladora del Gorila, la virilidad exhibida del León, la libertad emblemática del Aguila... pero nos volvemos especialistas en áreas del conocimiento particularizado, controlamos nuestra propia fuerza bruta, buscamos disimular los estados de exitación, nos aferramos a caminos en buen estado que no maltraten nuestros pasos... escondemos los rasgos animales de nuestra vida! Pareciera que el rasgo más destacable de los humanos es el ocultarse... y no porque seamos pares de Zelig precisamente.
Me resulta escandaloso reconocer que el éxito de ser humano es no ser animal... es negarnos día tras día...
Será que ese místico ideal de plenitud chamánico tiene que ver con lo honestos que debemos llegar a ser para realizarnos plenamente?
Me invito a creer que mucho de ello debe haber.
No invito a un desenfreno desorganizado de instintos porque ni la especie más elemental creo que lo haga; pero sí a un rescate del valor de nuestra esencia real... la de otro animalito más sobre la faz de la tierra.
Sabemos que las circunstancias adecuadas nos sacan lo más aminal... en los extremos dejamos de ser socialmente correctos; cuando llegamos a terrenos no negociables usualmente somos auténticos... tratemos, es mi idea, de controlarlo mejor para dejarnos ser con más frecuencia!
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