Monday, May 18, 2009

Camaleones

La necesidad de ser aceptado está vinculada con nuestra esencia gregaria, de eso no me queda duda alguna; sin embargo, esa intención de pertenencia nunca la he visto abordada de forma más inteligente, divertida e irreverente que en la película Zelig, de Woody Allen.
La idea de un hombre capaz de transformar su apariencia física radicalmente en segundos, era una invitación exquisita a mirarnos en el espejo de cuanto somos capaces de sacrificar de nuestra identidad para minimizar el conflicto con el medio que nos rodea.
La postmodernidad nos trajo a Jarod, otro personaje con esa habilidad... pero no a nivel de apariencia, sino en sus aspectos conductales y sus habilidades derivado de una suerte del método de Stanislavski refinado. Pero este nuevo individuo camaleónico (uno entre muchos, según nos vendía la historia) era movido explícitamente por una tendencia al heroismo, a la ayuda del necesitado.
Sin desconocer las grandes verdades insinuadas, mostradas y gritadas ...y rondando otra vez por aquellas calles oscuras de Alex Proyas, justo es reconocer que lo que somos y podemos ser y hacer, depende de cómo nos vemos y cómo nos ven los demás.
La imagen cuenta y quedarnos con la teoría que tajantemente dice lo contrario es infantil, por ser indulgente; pero también es fundamental la confianza que en nuestras capacidades tenemos. La experiencia es el típico camino para reforzar estás últimas, pero quienes aprendimos a asumir las vidas de otros y realidades alternas... podemos entender que algo de esos caminos podrían sortearse.
Nuestra identidad es reforzada por las respuestas que recibimos del medio que nos rodea... eso es verdad; de allí que resulta lógico que constantemente hagamos cambios ó ajustes tendientes a estar mejor con nuestra realidad inmediata (costumbres e imagen corporativa cuentan).
Lo delicado siempre es saber hasta cuando, hasta donde y por qué lo hacemos y dejamos de hacer.
Qué tan camaleónicos nos conviene funcionar...

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