Hay temas tan cercanos que resultan esquivos al traerlos a esta instancia... así me ocurre con las Brujas.
De entrada necesario es acotar que no albergo la más mínima duda sobre su existencia... tanto en las formas icónicas y para muchos aterradoras, como en las de hábiles mujeres con obscuros conocimientos sobre magia y rituales esencialmente paganos a quienes profeso mi mayor admiración y estima.
Las artes mágicas obviamente deben ser mejor manejadas por las mujeres ya que ellas tienen mayor intuición e inteligencia... amén de una capacidad de concentración con la que los hombres sólo podemos soñar; y para completar sí son capacez de guardar secretos!
Resulta tan obvio como escandaloso entonces, toda la diligencia históricamente orquestada para desprestigiarles.
Ahora... no es por presunciones, inferencias, deducciones ni por teorías lógicas que aseguro sus existencias... me explico, verdad?
Reconozco, cómo no hacerlo, que la cosa bien la justifican sus detractores (quienes cuando se fajan lo hacen con oficio y mala intención casi obsesiva), en lo fuera de la norma social que pueden terminar resultando algunas de sus prácticas... pero en este siglo XXI en donde la ciencia está volviendo a encontrarse con la fé... y con todo este sentido utilitario y a la vez romántico que rige nuestros días, al recordar que las diferencias ya sabemos que pueden acercarnos... bien me atrevo a esperar, aunque también sé que no para la vuelta de la esquina, nuevos tiempos y espacios para su existencia pública.
Por estos días, quedan reservados los encuentros, en vivo y en diferido, para secretas noches de luna brillante y días de tácita complicidad familiar.
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