Saturday, July 04, 2009

El Choque

Todos hemos estado en uno... y siempre queríendo no hacerlo!
Sabemos que es un riesgo implícito al conducir un carro (una de esas maravillas de tracción mecánica que suponen casi tres toneladas de piezas de metal y plástico desplazándose a nuestra voluntad) tanto por lo naturalmente congestionadas que son las calles, avenidas, carreras, viaductos, carreteras y trochas por las que nos desplazamos; como por el cúmulo de detallitos clave reglas, pautas y riesgos mecánicos... pero por sobre todo por la imprudencia e impericia que evidenciamos todos tarde o temprano, algunos con menos recurrencia que otros, en esas vías de tránsito.
Vá la confrontación ineludible: Todos hemos sido imprudentes. Todos hemos sido torpes. Todos hemos fallado en algún instante de nuestra vida de conductor. Sostener lo contrario es mucho más que absurdo! Ahora... no siempre, por fortuna, ocasionando un accidente.
En esta semana que concluye mi querido Aramís, según me ha contado, chocó... ó más bien, lo chocaron! No puedo negar la sonrisa, porque así como no dudo que de esa forma pudo haber ocurrido (he visto a tanto inocente chocado) , no deja de sonarme a tan lugar común...
Claro... sus planes cambiaron, se le volaron los tapones y según, según tuvieron que sujetarlo para que no se incriminara con el culpable. Todo bastante en lo normal y muy afortunado en verdad.
Es siempre dificil explicar los choques... por muy obvios que resulten algunos motivos, en algún punto queda algo de incertidumbre preservada en la idea de "y si yo hubiera...". Tal vez porque sabemos en el fondo que el accidente como tal, el hecho indeseable, es resultado de una infeliz coincidencia en tiempo y espacio y porque la historia alternativa luce generalmente muy bonita.
Me permito imaginar la de diversión que habría encontrado Albert Einstein si se coupaba en estudiar el cambio del ritmo de fluir del tiempo en las cercanías a una colisión automovilística y al silencio absoluto, casi de vacio fisicamente imposible, que sigue al piporrazo mismo (los han probado... los recuerdan, verdad?).
No es que encuentre constructivo reirme de las desgracias naturalmente derivadas de los accidentes de tránsito, que pueden y llegan a ser en ocasiones en verdad trágicos... lejos estoy de esa intención; pero me resulta válido tratar de terminar estas líneas buscando contextualizarlos al menos como errores colectivos casi naturales y por ello como eventos y recuerdos normales.

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